El pueblo hace años que
se me quedo pequeño, y tan solo veo en él gente vacía, sin motivación ni
sentimientos reales, deambulando. A veces, consiguen temporalmente un trabajo,
y eso, para la gente de este pequeño pueblo, es vida. Yo busco algo más, busco
vivir nuevas experiencias, busco alzarme con cierta influencia, o al menos,
intentarlo.
No soy culpable de
querer estudiar, no es mi culpa que no tenga futuro aquí. Tan solo soy una víctima
más de una crisis de tamaño desolador, que esta dejándome sin motivaciones. Que
está consiguiendo que me sienta la culpable, por haber roto los esquemas de una
sociedad jerarquizada, donde el rico estudia y el pobre trabaja.
No me considero un cerebrito,
ya quisiera, pero tengo el derecho de elegir que quiero estudiar, y me gustaría
que en esa elección no entrara la palabra COSTE. Quiero que pasen los años, y
estar segura, de que hice todo lo que estuvo en mis manos para irme de este
pueblo, para establecerme en el lugar más alejado que se me permita, y sobre
todo, para levantarme sabiendo que acudo al trabajo que he elegido, por el cual
he estudiado.
No creo ser la única
cuando digo que esta batalla la voy a luchar con ayuda o sin ella, ya que
cualquier batalla está ganada si se lucha por lo que te apasiona, y en este
caso, es justo lo que hago ahora mismo.
No obstante, aún hay
gente a mi alrededor, que inconscientemente y aunque es sabido que me quieren,
me derrumban a comentarios negativos, los cuales intento hacer caso omiso. Pero
me hacen ver con mayor claridad como esta crisis ha calado tan profundamente en
la población, que han olvidado enseñar a los jóvenes a luchar por lo que
quieren, a no rendirse y a no coger el camino fácil cuando vienen los
problemas.
Hoy, me he decidido, voy
a luchar por todos vosotros. Por los que preferís quedaros en el sofá o delante
del ordenador, porque todo se ha puesto complicado. A los que os quejáis de que
os roban, pero seguís votado al que oprime y reduce nuestros derechos y
libertades, porque, queridos ignorantes, sois unos completos ignorantes. En
cambio, me uno a un bando lleno de valientes, de jóvenes como yo que no quieren
rendirse, y de mujeres y hombres adultos que han decido decir “Basta ya!”.