domingo, 15 de febrero de 2015

Mí querido Fiódor:

Hoy he vuelto a ver en ti la fugacidad de la vida, la fragilidad de todos los sentimientos y recuerdos. Me pregunto mientras te sostengo firmemente en mi regazo quién será el que sucumbirá primero en la oscuridad del recuerdo ajeno. 
Mi incomprendido y desolado Fiódor, dime cuando dejaras de desafiar al destino, cuando dejaras de jugar con la vida como si se tratase esta de una ruleta rusa. No llegas a comprender, mi perdido amor, que a veces las personas estamos rotas. He llorado por cada perdida, por cada flor que ha marchitado en nuestros brazos, pero a tu lado, mi perdido amor, todo parece corromperse y perdurar en el egoísmo de tu angustiado corazón.  Yo, Anna Dostoievski, te declaró la persona más cobarde de toda una habitación de suicidas. No encuentro lugar en este mundo para un corazón tan abandonado y cobarde como lo es el tuyo hoy, mi querido amor.
 
P.D: Tópicos de una dulce amargura.
                 

                 Anna Dostoievski.

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